La estrategia de evaluación propuesta tiene un
enfoque formativo porque en ella se contempla de manera integrada situaciones
relacionadas con: la vida cotidiana;
situaciones disciplinares; situaciones sociales y escolares. Estas
estrategias les permiten a los alumnos darse cuenta de sus logros de
aprendizaje por que tienen la posibilidad de visualizar como van entrelazando
los conocimientos previos adquiridos con la práctica en un entorno laboral. El
realizar actividades que requieren
recordar y reproducir, utilizar y aplicar, construir significados, comprender y valorar les permite evaluar,
para diseñar y crear. La evaluación de forma permanente les posibilita visualizar y reflexionar aprendiendo a
aprender sobre la construcción y desconstrucción de sus propios saberes,
formado así un espíritu crítico más sólido. La posibilidad de autoevaluarse y
evaluar a sus compañeros moviliza en ellos la justicia y la empatía por el
trabajo de los demás y el suyo propio. Los resultados obtenidos se comunican
por medio de una entrevista grupal donde se fundamentan los logros y
desaciertos de manera que los jóvenes puedan retroalimentarse de sus propias
reflexiones
“El docente debe tomar más una posición de entrenador
que de jurado. Los niños y jóvenes aprenden con ensayo y error; su incentivo no
debe ser la nota, ni superar a sus compañeros, ni quedar bien con sus padres y
docentes, sino aprender y en todo caso superarse a sí mismos a lo largo del
tiempo.” (Pedro Ravela, ¿Cómo mejorar la evaluación en el aula?, 2017)
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